Educación pública y gratuita.
ALICIA URBANI | COORDINADORA DE LA ESCUELA DE ADMINISTRACIÓN
En el marco del nuevo rol de las administraciones municipales después de la descentralización del Estado operada en la República Argentina en los 90, es necesario trabajar activamente en la formación y capacitación de los agentes y funcionarios públicos con el fin de dar respuesta a las nuevas exigencias que requieran las organizaciones gubernamentales, como así también en la incorporación de medios y sistemas disponibles para alcanzar métodos de planificación con orientación estratégica, control de gestión, mejora de los procedimientos administrativos, tecnificando los sistemas de comunicación y de información para aumentar los niveles de transparencia.
Resulta entonces importante describir y analizar las dificultades a nivel municipal en cuanto a la profesionalización de la función pública; y la importancia de las Universidades Nacionales en su aporte al conocimiento de los funcionarios y su jerarquización, a través de cursos y postgrados orientados a la excelencia en la administración y gestión.
Existen diferentes propuestas de políticas públicas orientadas a mejorar la gestión de los gobiernos locales ya sea en los departamentos ejecutivos como legislativos, las cuales son llevadas adelante por los gobiernos provinciales y el Gobierno Nacional. Estas políticas desarrolladas en los últimos 10 años tienen una fuerte orientación hacia la autonomía creciente y propenden a la elaboración de un proyecto estratégico local y regional dentro del marco provincial, nacional y continental.
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El 22 de noviembre fue instituido por el Congreso de la Nación el “Día de la Gratuidad de la Enseñanza Universitaria” a través de la ley Nº 26.320, que se sancionó en el año 2007.
El día fue elegido en conmemoración a la misma fecha del año 1949, cuando el Presidente de la Nación, Juan Domingo Perón, firmó y promulgó el decreto 29.337 de gratuidad de la enseñanza universitaria, permitiendo el acceso a todos los sectores sociales.
Algunos de los argumentos del estratégico decreto 29.337 fueron:
-Que el engrandecimiento y auténtico progreso de un pueblo estriba en gran parte en el grado de cultura que alcanza cada uno de los miembros que lo componen.
- Que por ello debe ser primordial preocupación del Estado disponer de todos los medios a su alcance para cimentar las bases del saber, fomentando las ciencias, las artes y la técnica en todas sus manifestaciones.
- Que atendiendo al espíritu y a la letra de la nueva Constitución es función social del Estado amparar la enseñanza universitaria a fin de que los jóvenes capaces y meritorios encaucen sus actividades siguiendo los impulsos de sus naturales aptitudes, en su propio beneficio y en el de la Nación misma.
- Que como medida de buen Gobierno, el Estado debe prestar todo su apoyo a los jóvenes estudiantes que aspiren a contribuir al bienestar y prosperidad de la Nación, suprimiendo todo obstáculo que les impida o trabe el cumplimiento de tan notable como legítima vocación.
El impacto de la norma dictada por Perón se evidenció en el inmediato aumento de la matrícula estudiantil. La matrícula universitaria pasó de 40.284 alumnos en 1945 a 138.871 en 1955.
A partir de dicha fecha, las Universidades Nacionales suprimieron el arancel lo que posibilitó que millones de argentinos hijos de trabajadores, pudieran acceder a la cultura, a la educación superior y a la formación profesional universitaria. Esto permitió contrarrestar las políticas elitistas, meritocráticas y selectivas que se usaban.
Esta medida permitió que no quedaran inteligencias perdidas por exclusión económica, dando las bases para el ascenso social como fruto digno del esfuerzo, del estudio y del trabajo a toda la población argentina, especialmente a los más humildes. Desaparece entonces la idea de “Universidad de elite” ya que se posibilita el acceso de los sectores populares excluidos.
Esta medida es una de las Políticas de Estado de mayor importancia social, cultural, científica y económica del País, junto a otras que posibilitaron la creación de empleo, riqueza y su justa distribución, haciendo real el acceso a la educación, la salud y la vivienda para todos.
La gratuidad de la enseñanza universitaria pública en nuestro país es hasta la fecha una medida avanzada de alto contenido social, muchos países de Latinoamérica aún no la tienen, en Europa la mayoría de los países tienen estudios de grado arancelados: Bélgica, el Reino Unido, Francia, Holanda, Irlanda, Italia, Portugal, Suiza, por dar ejemplos. Todavía hay muchos países donde el acceso a la educación no se considera un derecho o un mecanismo de promoción social, la educación no se considera un bien público, es más, se considera “una mercancía susceptible de ser comercializada”
Nuestro país avanzó de manera significativa en los últimos 10 años en materia de acceso y gratuidad de la enseñanza universitaria, con la creación de 9 universidades nacionales, públicas y gratuitas (la Universidad Nacional del Oeste entre ellas), esto otorgó la posibilidad de acceder a la educación superior a aquellos estudiantes que por motivos laborales, las distancias, la dispar economía familiar, no podían ingresar, transitar y titularse.
La formación universitaria hoy no puede concebirse como una opción restringida para las élites, para los que más tienen, no sólo porque ello ofende nuestras convicciones de justicia, sino porque conduce – inevitablemente – a la marginación individual y social. Hoy la igualdad de oportunidades debe ser comprendida como el derecho a recibir la misma educación, el mismo capital cultural y aquello de más que cada uno necesite de acuerdo a diferencias culturales, vocacionales, personales y regionales.
Nuestra Universidad tiene una idea central, un punto fijo que tiene 3 leyes irrenunciables: a mayor educación menos desigualdad, a mayor educación más desarrollo, a mayor educación más libertad.
La UNESCO dice: “La educación es un derecho habilitante, porque permite la realización de todos los derechos humanos, en la construcción del conocimiento que hace posible la dignificación de la vida y por ello es también un derecho civil, político, económico y cultural”
Por eso es justo que esta fecha se recuerde como un hito de la educación universitaria argentina.
PROF. ATILIO TARNOCZY
Deseo compartir con ustedes un texto que creo, es maravilloso, un verdadero análisis de lo que actualmente nos ocurre en la comunicación. Los dejo pensando.
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Uno de los mayores problemas de la comunicación, tanto la de las masas como la interpersonal, es cómo el receptor – o sea, el otro – oye lo que el emisor – o sea uno,– ha hablado.
En un noticiero, o en una simple charla o debate, la misma frase permite diferentes niveles de entendimiento.
En la conversación ocurre lo mismo. Raras, rarísimas, son las personas que procuran oír exactamente lo que la otra está diciendo.
Observen que:
1- En general el receptor no oye lo que el otro habla: oye lo que el otro no está diciendo.
2- El receptor no oye lo que el otro habla. Oye lo que imagina que el otro iba a hablar.
3- Oye lo que le gustaría oír que el otro dijese.
4- Retira del habla de la otra apenas las partes que tengan que ver con ella y la emocionen, agraden o molesten.
5- Oye lo que ya escuchó antes y coloca lo que el otro está hablando en aquello que se acostumbró a oír.
6- El receptor oye lo que pueda adaptarse al impulso de amor, rabia u odio que ya sentía por la otra persona.
7- Oye del habla del emisor apenas aquellos puntos que puedan tener sentido para las ideas y puntos de vista que en el momento la estén influenciando o tocando directamente
8- Oye lo que quiere oír.
9- En una discusión, los discutidores oyen apenas lo que están pensando para decirlo enseguida.
10- Una persona oye lo que ya pensaba respecto de aquello que la otra está hablando.
11- Oye lo que confirme o rechace su propio pensamiento. Vale decir, transforma lo que el otro está hablando en objeto de concordancia o discordancia.
Lo que hay en general, o son monólogos simultáneos canjeados a guisa de conversación, o son monólogos paralelos a guisa de diálogo. Hasta puede haber diálogo sin que, necesariamente, exista comunicación. Puede haber hasta un conocimiento de dos sin que necesariamente haya comunicación. Esta sólo se da cuando ambos polos se oyen, claro está, no en el sentido material de “escuchar”, sino en el sentido de procurar comprender en su extensión y profundidad lo que el otro está diciendo.
Oír, por lo tanto, es muy raro. Es necesario limpiar la mente de todos los ruidos e interferencias del propio pensamiento durante al habla ajena.
Oír implica una entrega al otro, una dilución en él. De ahí la dificultad que las personas inteligentes efectivamente oigan. Su inteligencia en funcionamiento permanente, o su hábito de pensar, evaluar, juzgar y analizarlo todo interfieren como un ruido en la plena recepción de aquello que el otro está hablando.
No es sólo la inteligencia lo que embrolla la audición plena. El acto de oír es perturbado por otros elementos. Uno de ellos es el mecanismo de defensa. Hay personas que se defienden de oír lo que las otras están diciendo, por verdadero pavor inconsciente de perderse a sí mismas. Precisan “No oír” porque “No oyendo” se libran de la rectificación de los propios puntos de vista, de la aceptación de realidades diferentes de las propias, de verdades ídem y así en adelante. Se zafan lo nuevo, que es salud, pero que las aterroriza. No oír es, pues, un sólido mecanismo de defensa.