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Universidad Nacional del Oeste

Educación pública y gratuita.

Orientar, incluir y acompañar


Orientar, incluir y acompañar

LIC. ALDANA DEL POZO

Orientar, incluir y acompañar sintetizan la misión de la gestión de Bienestar Estudiantil en la Universidad Nacional del Oeste y el compromiso asumido por autoridades, docentes y no docentes.

Éstas son más que simples palabras, son prácticas que implican a su vez otras acciones y con ellas posiciones filosóficas y políticas: reflexionar, informar, convocar, democratizar, dialogar, conocer, investigar, contener, estimular, colaborar, asistir, confiar, respetar, intervenir, desafiar, arriesgar, instituir, enseñar y aprender con otros.

Pero ¿quiénes son esos otros? Son estudiantes, jóvenes y adultos de Merlo y la Región, que depositan en esta institución muchas expectativas. Son familias que tienen la esperanza de “no quedar fuera”, de “estar”, de “ser parte”, de ingresar, permanecer y graduarse en una Universidad nacional, popular, pública, no arancelada y de calidad. Ellos habitan en un complejo escenario social, económico y cultural de este conurbano bonaerense, que nos interpela, nos desafía.

Durante el primer semestre de 2014, los estudiantes del nivel medio han tenido una participación importante en los Talleres de Orientación Vocacional “Después de la escuela ¡¿Qué?!” y en las Charlas Informativas en las escuelas. Sólo para tener en cuenta algunos datos: de los 1264 participantes, casi el 94% tienen entre 17 y 19 años; sólo alrededor del 30% de sus padres y/o madres han concluido sus estudios secundarios, es decir, que cerca del 70 % de estos jóvenes será primera generación de estudiantes que finalicen la educación media y aspiran a más, ya que cuando se les pregunta sobre sus proyectos a futuro, el 80 % responde que estudiará (en universidades públicas) y trabajará.

Estos datos, nos permitirían cuestionar la estigmatización que desde algunos sectores se hace de los adolescentes y jóvenes cuando se refiere a ellos como una “generación NI NI”. Los jóvenes son activos, están en la búsqueda de nuevas oportunidades y en un proceso de construcción de su proyecto personal de estudio y trabajo.
Las entrevistas de seguimiento a estudiantes becados de la U.N.O. (ingresantes y avanzados), realizados durante el 2013 y las que se encuentran en ejecución en este momento,  coinciden con lo planteado: estudiar en la universidad emerge como una elección y está motorizada por la necesidad de conseguir un mejor trabajo, formarse integralmente, transformar la “realidad” social, concretar un proyecto, en definitiva, progresar.

En este diálogo con los estudiantes, también emergen  dos cuestiones que no son menores: a) la cercanía geográfica de la universidad favorece pero no garantiza un acceso efectivo al nivel; y b) los programas de becas son políticas fundamentales, aunque no las únicas, para garantizar el ingreso y la permanencia en la universidad a sectores sociales históricamente excluidos.

En este sentido, quiero retomar algunas ideas de Connell (1997) cuando afirma que la justicia social en educación sólo se alcanza con la unión de la “justicia distributiva” (aquella  que implica “ensanchar la pirámide” y que más personas accedan a más niveles educativos) y la “justicia curricular” (entendida como la construcción de un curriculum en función de los intereses de los menos favorecidos, de las clases populares, sin ir en detrimento de la calidad académica.). Parafraseando a Ezcurra (2011), democratizar la educación superior es mucho más que masificar el acceso. Democratizar es garantizar las condiciones para la permanencia, es generar igualdad, es revisar permanentemente nuestras prácticas como docentes y profesionales,  es establecer relaciones más genuinas al interior de la Universidad, con el territorio y con los conocimientos.

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